Viajemos al mes de marzo del 2020
En aquella época, hacíamos lo que siempre habíamos hecho para mantenernos activos trabajando. Luego, nos cuidábamos de algo así como una gripe que andaba por allí, que se mencionaba en los noticieros y que pensábamos que no llegaría a nosotros. Sin embargo, al día siguiente, la pandemia nos chocó de frente y no supimos cómo lidiar con eso.
Las autoridades accionaron con las medidas sanitarias básicas como el distanciamiento físico, el uso de mascarillas, aseo constante, prohibición de reuniones y concentraciones de personas, etc. Era una lluvia de negaciones aplicadas para evitar contagios.
Paso a paso, cambiando el esquema
Sentimos que todas esas medidas fueron excesivas, sin embargo, nos adaptamos, comenzamos a aceptar y poco a poco fuimos cambiamos lo que veníamos haciendo; pasamos del modo presencial al modo on-line. Comenzamos a confiar en el poder del internet para hacer compras en línea, pedir comida, charlar con amigos e inclusive para aprender a cuidar el medio ambiente. En la actualidad utilizamos el internet para hacer ejercicio, meditar, hablar con nuestros médicos, entre otros.
Las organizaciones asumieron el trabajo remoto para darle continuidad a sus actividades, algunas escuelas buscaron la forma de dar clases virtuales y más. Sin embargo, todo esto no fue lo mismo para aquellos sin acceso a internet.
Lo que quedaba fuera del esquema del internet
Muchas actividades económicas que no dependen del internet mermaron, especialmente aquellas relacionadas con la venta de bienes y servicios que se consumen de modo presencial: mercaderías, restaurantes, servicios de venta, hoteles, etc. No tenían clientes y, por lo tanto, no tenían dinero porque todos estuvimos cuidándonos en casa. Y todo esto sin hablar de los niños que no podían continuar con su educación porque no tenían acceso a internet.
Muchos de nosotros utilizamos el internet para muchas cosas, entre ellas y una de las más básicas son las videollamadas para estar en contacto con colegas, familiares, amigos y más. Lo hacemos sin pensar en aquellos que no tienen internet.
¿Alguna vez consideró en cómo sobrevivieron a la pandemia aquellos sin acceso a internet?
Vivimos en una era digital, en la que el acceso a internet ha pasado a ser una obligación. Nos aporta herramientas para participar en conversaciones y otras actividades, otorgándonos vos en cualquier ámbito, dentro y fuera de la organización.
En los últimos años, desde el 2020 particularmente, hemos sido testigo del poder del internet capaz de conectar a personas de todo el mundo, incluso sin hablar el mismo idioma. Sirvió de unión para un gran número de propósitos.
Una cifra que nos deja asombrados
Mundialmente más de 2.000 millones de personas no tienen acceso a internet ¿Debería preocuparnos esta cifra? Internet les ha dado poder y voz a las personas para contribuir a la economía y productividad de la mejor manera posible y a cualquier otro tema de la sociedad.
Datos de la ONU del 2019 revelaron que, un país desarrollado pudo obtener el 10% de su PIB gracias al poder del internet y no de la tecnología en general ¿Qué pasaría si más personas tuvieran acceso a internet? El acceso a internet permite la educación, la formación y el conocimiento, por ejemplo.
Tareas pendientes para un internet equitativo, seguro y asequible
Se necesita asegurar de manera activa y colectiva el acceso a internet. La contribución de esos 2.000 millones de personas es esencial para un mejor crecimiento económico y que permita espacios de expresión en cualquier ámbito.
Lograr una internet equitativa no es tarea fácil, pero hay que empezar a articular esfuerzos entre gobiernos, empresas, socios y otras instituciones para que asimilen los términos de los derechos digitales, ya que la era digital así lo amerita.
Todo empieza con:
Políticas que alienten la competencia entre las empresas de tecnología
Regulaciones que permitan mantener bajos costos en soluciones energéticas para llegar a zonas de difícil acceso
Cambios en el sistema curricular que incluyan la capacitación digital
Integración gratuita para todos los ciudadanos que no posean acceso a internet
Puntos para considerar
Con la recesión económica generada por la pandemia, muchas empresas y gobiernos no podrán dar cabalmente prioridad a un acceso digital amplio, sin embargo los problemas de infraestructura no deben ser una excusa para llevar a cabo estas iniciativas.
El enfoque debe estar basado en proyectos que beneficien ampliamente a la sociedad y es aquí cuando el sector privado y las ONG’s podrían jugar un papel importante. Tienen la habilidad técnica, la experiencia y los recursos financieros para asegurar que cada ciudadano tenga acceso a internet.
Según estadísticas de la ONU, en el 2020, al menos 20 países estaban perdiendo USD 2800 millones en sus ingresos fiscales provenientes de tres grandes empresas de tecnología y esto es sólo la punta del iceberg.
Para garantizar la sustentabilidad y el acceso se empieza sólo con observar lo que ya ha sido implementado en términos de proporción de acceso a las tecnologías, analizándolas y luego trabajando con las comunidades para asegurar que lo que se implementa aporte beneficios tangibles y seguros a largo plazo.
Para reflexionar
Si hay algo en lo que podemos estar de acuerdo, es que hay suficiente acceso a internet para compartir, y que la tecnología es lo suficientemente avanzada para asegurar que todo el mundo tenga acceso a ella. ¿Entonces, cómo reunir los recursos necesarios para lograrlo?
Tenemos que asegurar que esos 2.000 millones de personas estén dentro del marco de la digitalización y que se habiliten para una inmersión justa y equilibrada al internet, en el que puedan compartir, trabajar y dar voz a sus ideas, en entornos protegidos, seguros y libres de amenazas. Las herramientas deben estar disponibles para desplegar todo su potencial y desarrollo humano.
Sabiendo que una internet equitativa beneficia a todos, ¿Cómo ayudaría a reducir esa brecha de 2.000 millones de personas sin internet?
Fuente: TED Talks